martes, 19 de marzo de 2013

“Como la vida misma”




         Voy a la oficina de la Seguridad Social a pedir una “Fe de vida laboral” para poder matricular en el IES a mi hija, me atiende una empleada que me indica que saque un número; después de esperar, me solita un administrativo en la mesa 4, me pide mis datos, el número del móvil y me entrega dos papeles. Uno de ellos por si quiero hacer los trámites por Internet en casa o ponerme en otra cola para hacer yo mismo la petición a través de un ordenador. Como había gente que no entendía el procedimiento y me esperaba hacer otro turno en la cola me fui a mi casa.

         Lo intento en casa en la Web de la Seguridad Social y no encuentro el enlace, vuelvo al día siguiente le planteo la cuestión a la misma empleada que mira con fijeza los problemas que tiene los usuarios con el ordenador y me indica que tengo que hacer cola.

         Cuando llega mi turno veo que la Policía Municipal intenta ponerme una multa, voy volando y consigo que no me la carguen, algo extraño; busco mejor aparcamiento unas cuantas manzanas más allá. Vuelvo a hacer cola ante el esperpento del ordenador y las complicaciones de los usuarios.  Cuando me toca de nuevo sigo los pasos que me indica un obsoleto cartel. Creo haber terminado con los trámites y obtener el “papelito”, me pide finalmente una clave que está en mi móvil, compruebo  con estupor que con las prisas me lo dejé en el coche.

         Al pasar por la puerta donde está la empleada hablando placidamente con el guardia jurado, suelto un emotivo: “Esto es una tomadora de pelo”; pero no hay otra, vuelvo al coche y de nuevo a empezar, al llegar a la clave del móvil cometo un error porque la empleada me sugiere que tome una fotocopias para hacerlo nuevamente en casa, la paciencia se me agota y rechazo su ofrecimiento.

          Por fin, lo consigo… voy a hacerle gasto a la administración y haré dos fotocopias que son en color y en mi equipo está sin tinta. “Como la vida misma”, el que haya inventado este método seguro que se ha forrado. En los siete puestos siete trabajadores consultando el teléfono, el móvil, el ordenado, hablando,… y en la cola el padre de familia, la cubana que no entiende el manejo de las “nuevas tecnología” o el emigrante que con buena voluntad intenta de las mejores maneras roerle las tripas a la maldita burocracia.