sábado, 20 de mayo de 2017

Suly y Gordo



Suly y Gordo

Dos eran dos...

Suly a la espera...

Gordo con mirada expectante

Hace algunos años una rata se nos coló en el sótano por la ventanilla del aire y ante los gritos de mi mujer me vi obligado a bajar con la escoba y cazarla de un fuerte golpe, hubiese preferido echarla ya que no era mi estilo hacerlo de esa forma. Hace tres años que mi hijo le regalo a Cristina en su cumpleaños dos ratillas que no queríamos tenerla y al final cedimos.
        Las llamaron Suly y Gordo, dos machos, las primeras noches no sé como se escaparon de su jaula y entraron en nuestro dormitorio; fue la única vez que lo hicieron. Muchas veces solía abrirle su casa para que corretearan por las escaleras, los patios o algunas habitaciones; lo que más le gustaban era entrar al salón o al patio donde tenemos algunas plantas.
Gordo era más tímido y se escondía en los sitios más insólitos: detrás de la lavadora, en los tubos de desagüe o entre libros en la biblioteca. Suly era más atrevido, el macho alfa; todo espacio, persona y lugar era para él, dueño y señor de la situación. Sabíamos que tienen una edad limitada,   nos regalaron tres años maravillosos…

Gordo se nos fue de repente e  inesperadamente al final del verano de 2016, a consecuencia de un tumor, Suly mantuvo su condición y figura durante  ocho meses más. El día que se fueron lloramos con desconsuelo, no podía imaginar que los íbamos a querer tanto. Allí quedaron entre murmullos del viento y el sonido de las aves, en los verdes pinares de la Bullarenga.