Salimos a la cuatro de
la tarde desde Salobreña en dirección hacía la Herradura, a las cinco de la
tarde del jueves 17 de julio hicimos los preparativos para iniciar el recorrido
mi hermano Jesús y yo en una piragua doble que tuvo que soportar un peso de 220
kilos, acompañado por la gran experiencia de Fernando Arcas todo un conocedor
de los entresijos del mar y el tiempo. El agua estaba un poco picada y conforme
nos dirigíamos hacía los acantilados de Cerro Gordo las olas se iban haciendo
más pronunciadas, pasando a ser un oleaje largo que dificultaba el esfuerzo de
salida; la motos de agua, algunas embarcaciones y las actividades de buceo en
las calas fueron nuestro acompañante en una cada vez más ventosa tarde de
ligero poniente.
Al doblar la punta oeste de la bahía
con gran dificultad el siguiente objetivo era la Cuevas de Las Palomas, la
verdad que con el oleaje dudaba que pudiésemos llegar hasta allí, pero se
encuentra en un recodo protegido por el acantilado y conforme avanzábamos el
mar iba perdiendo algo de fuerza. Al llegar y ver el espectáculo natural
pensamos que el esfuerzo mereció la pena. Aguas transparente en su interior,
con una temperatura inferior al exterior, el agua algo fría y una Virgen del
Carmen en la parte alta de sus rocas.
La vuelta fue en dirección a la playa
de la Rijana y unos riscos donde el mar nos indicó que debíamos tomar el camino
de vuelta, Fernando pasó magistralmente entre los riscos; el regreso se hizo
más ligero al llegar a la bahía y nuestro siguiente objetivo fue una pequeña
cala que solo se acceder por mar, allí encontramos un amplio grupo de jóvenes
piragüistas que estaban practicando la
inmersión. Nos dimos un merecido baño y ya pudimos sacar la cámara para tirar
algunas fotos. Entre risas dada la dificultad de enfilar la piragua hacía el
principio de la aventura, partimos hacía nuestro destino con un esfuerzo más
ligero que el de la salida.