Andar, trotar, correr… es
una filosofía que nos traslada hacía el camino que está por delante, el
presente de nuestros días y al encuentro de uno mismo. Busco los caminos de la
tarde, las sombras de los pinos, el murmullo de la brisa, el revoloteo de los
insectos, el velero navegar por el azul, la mirada tras la pisada paso a paso.
Ayer hizo una tarde
calurosas y me acerqué al pueblo malagueño de Frigiliana, me propuse dar un
paseo por sus hermosas calles a pesar de la hora tan intempestiva y el calor
que hacía. Caminando empiezas a oír sonidos que se van derramando dentro de tu
mundo como una fuente que sacia nuestra sed. Niños jugando, el murmullo de la
charla cotidiana, las pisadas, los pájaros con sus trinos, los insectos revoloteando
por las flores en primavera, el silencio, las mirandas cómplices de tanta
belleza…
Sigo caminando…
Corro por mis sueños con
la zancada amplia, elevando las rodillas, buscando los caminos insurgentes, el
león que te mira y te señala, la escalera de la vida y sus estancos temporales;
al fin llego a mi casa y busco desesperado el beso de mi madre que duerme con el
fresco amanecer de la mañana.