Hola Julio, he pensado jugarte un partido de tenis y aprovechar que algunas veces cuando nos hemos vistos y me has propuesto quedar para hablar de algunas experiencias, muchas de ellas compartidas con amigos comunes, parece que nos falta tiempo con nuestras obligaciones para buscar esos momentos para reflexiones y valorar esos instantes; algunas veces he pensado y le he dado vuelta a muchas cuestiones que difícilmente cualquier persona por muy amiga que fuera podía entenderme sin haber vivido los maravillosos años con el grupo del Instituto, la verdad que echaba de menos poder hacerlo, pues ahí va la primera bola.
Sábado por la tarde del mes de enero del
año 1979 en Granada, Paco, Carmelo y yo nos invitaron a visitar a María en su
humilde casa del Zaidín, hacía tiempo que teníamos en mente un encuentro en
Conchar que no llevamos a cabo. María era una mujer de ochenta y dos años, analfabeta que hacía doce años que se
decidió a viajar a Fátima (Portugal) con Francisco y allí empezó a sentir
mareos, visiones, pérdida de conocimiento, manifestándose de que hablaba con la
Virgen. A su regreso a Granada empezaba a tener revelaciones y hacía
curaciones entre sus vecinos, esto fue lo que nos contaron ella y su hija
aquella tranquila y extraña tarde. En la casa había velas, retratos, imágenes y
diferentes objetos; era un pequeño altar donde rezaban y recibían revelaciones
de manera puntual.
Bueno, todo
esto sería lógico porque ya sabes como son los extraños fenómenos de los
videntes y de las apariciones marianas, la cuestión es que no esperaba nada especial pero me llamaba la atención la sencillez de
María; después de habla con su hija ella apareció en la sala y nos saludó muy
amablemente, se dirigió a mí y decía que nos conocíamos.
Por un
momento intenté recordar cómo y dónde, haciendo el tercer año de Magisterio en
la Normal empecé a realizar la prácticas, con mi amigo Cañas en el sorteo elegimos el Colegio Reyes
Católicos porque pensábamos que estaría cerca y no tendríamos problemas de
desplazamientos, cual fue la sorpresa que estuvimos tres maravillosos meses en
este colegio que no estaba en la Gran Vía sino en el Zaidin justo a la espalda
de la casa de María, sin duda pequeñas coincidencias.
Cuando María me decía que
nos conocíamos venía a mi mente con claridad las imágenes de ese encuentro, ella viajaba en el autobús urbano en una
de esas esplendidas mañanas de primavera, y yo me dirigía a dar clase de física
de segundo de Magisterio por la Avenida; parecía increíble que un instante
imperceptible en el tiempo y un cruce de
miradas significaran tanto, y que fuera a recuperarlo en aquel momento.
Bueno este fue el inicio, cada palabra
era un fuego en mi mente, me reconocía como si fuera su hermano, sabía
quién era, aquella tarde me descubrió, a un adormilado estudiante que andaba
titubeando hacia su destino. Esto fue lo
más parecido a lo que entendemos por “telepatía”, asombroso, nos comunicábamos a través de un hilo
invisible con un esbozo de palabras en sus labios. Qué podía decir, qué
podía hacer, qué podía pensar, estaba desarmado, ese encuentro fue único y no
podía expresarlo con palabras a Paco y Carmelo. Al instante entró en trance y
de repente un olor a rosas llenaba la sala.
Por eso he querido empezar con este lanzamiento, la vida es un juego que tiene pequeños instantes que te hacen descubrir una parte importante de nosotros mismos que no le damos suficiente cancha.
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